Sabiduría Diaria 06.04.2018
![](https://static.wixstatic.com/media/5ad566_8fb3655db9a34fecb3de6b2985e102e7~mv2.jpg/v1/fill/w_144,h_114,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,blur_2,enc_auto/5ad566_8fb3655db9a34fecb3de6b2985e102e7~mv2.jpg)
(FOTO: LAURENCE FREEMAN)
El primer nivel de auto conocimiento es turbulento. Walter Hilton, en el siglo XIV decía: “es como un hombre que llega a casa y se encuentra con un la chimenea llena de humo y una esposa enojona”. Los primeros padres y madres del desierto no tenían problemas domésticos. Pero les causó una sorpresa descubrir que aún en sus celdas en el desierto, no podían abandonar fácilmente las preocupaciones, tentaciones y fantasías eróticas de sus vidas pasadas. Sentados, sin distracciones externas, se encontraron, al igual que nosotros en nuestra época, bombardeados por una actividad mental desordenada, pensando o fantaseando compulsivamente acerca de todo lo que creían haber abandonado. Se molestaban con sus hermanos, se enojaban con los flojos, envidiaban a los más santos. Se obsesionaban con las trivialidades de su trabajo manual de tejer esteras o trabajar en el campo. Se volvían compulsivos sobre sus posesiones materiales. Fantaseaban sobre sexo y más sobre comida. Tal vez no estamos menos distraídos es nuestra época que los monjes del desierto o cualquier persona que medita en estos tiempos o nuestra cultura. Simplemente nos parece más difícil pasar la primera fase.
(The Goal of Life, Meditatio Series 2005 B)