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Sabiduría Diaria 21.05.2017


(FOTO: LAURENCE FREEMAN, ALEMANIA)

Todas las religiones concuerdan con que es la práctica, no el dogma, la que lleva a la perfección. San Agustín aclaró que somos juzgados por lo bien que hemos amado más que lo bien que hayamos creído o lo que hayamos creído. Como no se cansa de repetir el Dalai Lama, el propósito de la práctica religiosa es simplemente hacer de nosotros personas más amables y más compasivas. Las prácticas religiosas en sí mismas, tienen sólo un efecto limitado en esa transformación personal. Es posible ser devoto y ferviente acerca del ritual religioso o una devoción privada y sin embargo mantenernos sin cambio durante años. De hecho, por sí solas, estas prácticas nos pueden hacer peores personas. Al desarrollar ciertos hábitos de sentimientos placenteros que nos causan apego, las prácticas externas se vuelven adictivas. Entonces, justo como un alcohólico resiente y resiste todo aquello que amenaza su hábito, el practicante religioso puede construir muros de auto protección y condenación alrededor suyo y de su mundo religioso. No quiero decir que toda la práctica externa lleve a esto, por supuesto que no. Pero existe una tendencia para cualquier práctica externa que no esté conectada a una dimensión interior a llevarnos por este resbaloso camino. La religión sin una práctica contemplativa seria, es tristemente defectuosa.

(Meditatio Newsletter 2009/04, Laurence Freeman)


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