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Sabiduría Diaria 11.04.2017


(FOTO: LAURENCE FREEMAN, PORTUGAL)

En tiempos de crisis, con frecuencia nos sentimos impotentes. Actuamos de forma irracional o entramos en negación. Es fácil colocarnos el anillo de Gyges, un rey que encontró un anillo que hacía que quien lo usara se volviera invisible. De esa forma era capaz de hacer cosas bastante malas sin ser observado. Platón trata esta historia como una cuestión moral: ¿si nadie nos viera, haríamos cosas malas? Su conclusión es que la persona buena no está esclavizada por sus deseos y por lo tanto no haría cosas malas aun siendo capaz de salirse con la suya. Sin embargo, hay diferentes tipos de invisibilidad. El abrigo de invisibilidad que le ponemos al pordiosero de la calle o a los refugiados de los botes o el daño que le hacemos a las mentes jóvenes. También está el anillo que ponemos en nuestro propio dedo para pretender que no estamos y que no somos responsables. La única clase buena de invisibilidad – cuando la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda – es cuando el ego se ha disminuido y sólo entonces lo que hacemos, pensamos y sentimos puede volverse puro. Entonces oramos puramente sin estar absorbidos en nosotros mismos. Sólo entonces podemos ver lo que es real.

(Christian Meditation Newsletter 2015/02, Laurence Freeman)


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