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JOHN MAIN Silencio y Quietud para cada día del año 18/04/2022

“Dios es el centro de mi alma”, extracto del libro de John Main “El camino de lo desconocido” (New York: Crossroad, 1990) págs. 18-20.


La meditación es una maravillosa oportunidad porque nos devuelve a nuestro origen, a las raíces de nuestro ser, regresamos a nuestra inocencia. Para los primeros Padres de la Iglesia, la llamada a la meditación fue una llamada a la pureza del corazón y eso es la inocencia: pureza de corazón. Se trata de una visión sin las nubes del egoísmo, de los deseos o de las imágenes, un corazón movido simplemente por el amor. La meditación nos lleva a la claridad pura –claridad de visión, claridad de comprensión y claridad de amor-, una claridad que proviene de la simplicidad.

La meditación es el camino de la atención. Debemos ir más allá del pensamiento, más allá del deseo y de la imaginación y, en ese más allá, sabremos que estamos aquí y ahora en Dios “en quien vivimos y en quien tenemos nuestro ser” (Hechos de los Apóstoles 17,28). El camino de la simplicidad es el camino de la palabra única, de la pronunciación de la palabra. Esta recitación y la fe con la que pronunciamos el mantra cada mañana y cada atardecer nos conduce más allá del ruido de las palabras, más allá del laberinto de las ideas, hacia la unidad.

La meditación es el camino hacia la plena comunión, hacia la unidad del ser. En la meditación y en la vida enriquecida por la meditación, somos plenamente nosotros, tal como somos verdaderamente.


Carla Cooper.





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